Idealización de España y lo español
Lo que únicamente podríamos calificar como pócima, si bien
hasta ahora sus propiedades curativas no se han manifestado, viene a ser un
líquido infernal con apariencia de cerveza negra, cuerpo de café y gusto de
equivocación. En su malignidad, la pócima se nos presenta en dosis generosas y
en lo que son, o mejor dicho, parecen ser, grifos de cerveza (two beers,
please). Pulsando el grifo se nos viene encima un líquido oscuro, del color de
la Cocacola, pero con una esperanzadora espuma. Luego descubres que esa
simulación que viene a ser la espuma no es más que una recreación de la cerveza, pues ahora, tras
confiados y repetidos sorbos, tras haberlo intentado mezclar con Vodka, reposarlo,
agitarlo y reducirlo, descubrimos que se trata de una suerte de zarzaparrilla
al parecer muy popular en Estonia , con el nombre molón de Kali y una engañosa
publicidad en la que el nombre comercial aparece en letras negras y motivos más
cercanos al metal que a un cumpleaños infantil, al que parece destinado. Tus
esperanzas de una grata, barata y exótica cogorza se diluyen en un trago amargo
y dulzón, con sabor a café, Cocacola y regaliz al mismo tiempo, a la espera del
ansiado arsenal alcohólico que no llega. Señor, aparta de mí este Kali
3 comentarios:
jajajajajajaj
Pero el Señor no nos escuchó, y nos tragamos sendas pintas de infernal Kali. Mientras, la sombra del pirulí soviético se hacía cada vez más alargada y yo le iba añadiendo, a poquitos, cada vez una mayor proporción de vodka a la jodida zarzaparrilla estona. Más alcohol, menos frustracción, ya lo decía el alemán de la teletienda ;) Y así fue.
Perdón, frustración, con una c, el Kali ha causado daños irreversibles en mi cerebro de blandiblú. Disculpen.
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